El estudio de millones de horas de sueño de miles de personas de casi todo el mundo confirma lo que dice la experiencia: cuanto más calor hace por la noche, peor se duerme. Pero los detalles de este trabajo recién publicado no eran tan evidentes: las personas de los países más empobrecidos son las que peor lo tienen, junto a los mayores y las mujeres. Además, los autores del análisis, realizado durante tres años, han cruzado sus datos con las proyecciones climáticas y calculan que, para finales de siglo, dormiremos más de 50 horas menos al año por culpa del aumento de las noches calurosas.

Investigaciones hechas bajo condiciones controladas han demostrado que la temperatura óptima para dormir ronda los 17º-18º. A partir de ahí, la calidad y cantidad de sueño empieza a resentirse. El exceso de calor ambiental compromete la termorregulación de la temperatura central del cuerpo (tronco y cerebro) por medio de la periférica, que usa la circulación sanguínea hacia las extremidades como mecanismo de refresco. Esto tiene una amplia serie de consecuencias que van más allá de la somnolencia al día siguiente. Pero no es fácil estudiar el impacto real de los factores climáticos en el sueño.

Un grupo de investigadores de universidades danesas y alemanas ha logrado que casi 50.000 personas de 68 países que utilizan pulseras que registran la actividad (dos modelos de un fabricante japonés) participaran en un proyecto que quería cruzar los datos registrados por el dispositivo con el tiempo que hacía en su lugar. La pulsera lleva un acelerómetro con el que se puede inferir cuándo uno se duerme y cuándo despierta. Esa información la relacionaron con un amplio abanico de datos del tiempo: temperatura de cada noche, máximas y mínimas de cada día, amplitud térmica entre ambas, si aquella jornada estaba nublado, hacía viento o la humedad relativa del aire. Los resultados de tanto cruce de datos los acaban de publicar en la revista científica One Earth.

El investigador de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y principal autor del estudio Kelton Minor destaca que su trabajo supone “la primera evidencia a escala planetaria de que las temperaturas por encima de la media erosionan el sueño de los humanos”. Esta erosión se produce sobre todo porque “el calor retrasa el momento en el que las personas se duermen y adelanta cuando se despiertan”, añade. Así que se acorta la duración total. Los humanos de la muestra duermen en torno a 7,1 horas. La mitad de los mayores no llegan ni a eso y los de mediana edad tienen vigilias más largas entre semana que los fines de semana. Globalmente, los asiáticos duermen menos que los europeos. Los japoneses, por ejemplo, dedican una media hora menos de media que italianos o españoles.

Cuando se introduce el factor temperatura, el estudio desvela datos más allá del obvio impacto del calor en la calidad del sueño. Así, en las noches más cálidas respecto a la media, su duración se reduce en algo más de 14 minutos de promedio. “En comparación con la media nocturna a en el ámbito mundial (noches dentro del rango de temperatura entre 5º y 10º), vemos que las tórridas por encima de los 25º aumentan la probabilidad de que las personas duerman poco en 3,5 puntos porcentuales”, escribe Minor en un correo. “Estimamos que, aproximadamente, una sola noche calurosa en una ciudad de una población equivalente a 100.000 adultos provocaría que alrededor de 3.500 adultos adicionales tuvieran una noche de peor en comparación con las noches en que la temperatura se acercaba a la media nocturna global”, detalla.

El trabajo confirma algo ya estudiado: los mayores duermen peor cuando hace calor, más bien mucho peor. El efecto de un aumento de un grado es más del doble en los que tienen más de 65 años. También observa que las mujeres tienden a verse más afectadas por la temperatura excesiva que los hombres. Aunque apenas tienen datos de África (únicamente de Marruecos y Sudáfrica) y unos pocos más de América Latina, los autores del estudio observan que el impacto negativo es más acusado en los países de niveles medios y bajos de desarrollo que en los más avanzados. Es probable que el aire acondicionado tenga su impacto aquí, pero no tenían manera de confirmarlo.

En la última parte del trabajo, los científicos proyectan sus datos en dos escenarios climáticos: uno en el que se logran controlar las emisiones y otro en el que siguen aumentando. Ambas situaciones serán testigo de un mayor número de noches con mínimas elevadas. “Bajo un escenario de calentamiento climático moderado (donde los humanos logran estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero) y sin más adaptación, estimamos que para 2099 cada persona puede perder un promedio de 50 horas de sueño por año debido a temperaturas nocturnas subóptimas”, dice Minor. Y si no se hace nada, la cifra podría acercarse a las 60 horas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.